Un nuevo comienzo, un estilo que me acompaña: mi historia con Lacoste

Nunca pensé que la ropa pudiera influir tanto en cómo me siento conmigo mismo, hasta que empecé a preparar mi maleta para ir a la universidad. Me mudo a otro país para estudiar, algo que me emociona y me pone nervioso a la vez. Y en medio de empacar libros, documentos y cables de todo tipo, me detuve frente al armario. ¿Qué me llevo? ¿Qué ropa dice “este soy yo” sin que tenga que explicarlo?

Ahí fue cuando noté que varias de mis prendas favoritas tenían un pequeño cocodrilo bordado en el pecho. No lo había planeado, simplemente había pasado: polos, una sudadera blanca, una chaqueta ligera… todas de Lacoste.

El primer contacto con el cocodrilo

Mi primer Lacoste fue un regalo de cumpleaños: una polo clásica azul marino. Tenía unos 16 años y, para ser honesto, no sabía muy bien cómo combinarla. Me la puse un día cualquiera con jeans, sin pensar demasiado. Pero noté que algo cambió. No era solo cómo me veía, era cómo me sentía.

Había algo en el corte limpio, en el tejido estructurado pero cómodo, en el logo discreto pero reconocible, que me daba seguridad. No era una prenda que gritaba atención, pero sí decía algo de mí sin necesidad de palabras. A partir de ahí, empecé a fijarme más en los detalles.

Diseño que no cansa

Una de las cosas que más valoro de Lacoste es que no se deja llevar por las modas pasajeras. Tiene una identidad clara: líneas limpias, colores sólidos, tejidos que duran. Incluso cuando sacan cosas más modernas, nunca pierden esa esencia tranquila y segura.

Ahora que estoy empacando para esta nueva etapa, sé que esa consistencia me va a venir bien. Porque cuando todo a mi alrededor sea nuevo —nuevo país, nuevos amigos, nuevo idioma—, al menos una parte de mí estará vestida con algo que me resulta familiar. Consultando opciones para ampliar mi maleta, encontré modelos interesantes en lacoste mexico. Me sorprendió ver tanta variedad, incluso cosas que no había visto en tiendas físicas.

Un nuevo comienzo, un estilo que me acompaña: mi historia con Lacoste

El poder de lo simple: mi camiseta blanca favorita

Si tuviera que elegir una prenda que defina mi estilo, sería mi camiseta blanca Lacoste. Es simple, sí, pero tiene algo en el corte, en la caída de la tela, en el tacto, que la hace especial. Me la pongo cuando quiero estar cómodo, pero también cuando quiero estar presentable.

Recuerdo que una vez tuve que hablar frente a toda la clase. Nada formal, pero igual me puse nervioso. Esa mañana me puse la camiseta blanca, unos pantalones beige y mis sneakers favoritas. No porque fuera un “outfit de poder”, sino porque me sentía yo mismo con eso. Natural. Cómodo. Esa camiseta, aunque suene exagerado, me ayudó a mantener la calma. Desde entonces, es mi prenda “de confianza”.

La he buscado en otras versiones y cortes, y fue así como di con el modelo que aparece en lacoste blanco. Sinceramente, hay algo en cómo Lacoste maneja el color blanco que me encanta: no es transparente, no se desgasta fácil, y siempre queda bien.

Más que ropa: una sensación

Puede sonar superficial decir que una marca de ropa me ha dado confianza, pero no lo es. Cuando estás por empezar una vida nueva, cualquier cosa que te haga sentir más estable vale mucho. Lacoste, sin quererlo, se convirtió en eso para mí: una forma de expresar quién soy sin complicarme. No tengo que pensar demasiado en qué ponerme, porque sé que me voy a sentir bien.

Además, descubrí que no solo yo lo veo así. Muchos de mis amigos también tienen alguna prenda Lacoste que consideran especial. Una sudadera, unos tenis, una gorra. Y todos coinciden en algo: hay comodidad, hay estilo, pero sobre todo hay identidad.

Un cocodrilo en mi equipaje

Cuando abro mi maleta ahora, veo varias prendas con ese pequeño logo verde. Me hace sonreír. No es que quiera vestirme todos los días igual, pero sí quiero llevar algo que me recuerde que, pase lo que pase en esta nueva etapa, hay cosas que siguen siendo mías. Mi forma de vestir, mi comodidad, mi confianza.

Y quién lo diría… todo comenzó con una simple polo azul. Hoy, ese cocodrilo es como un pequeño compañero de viaje que me recuerda que estar cómodo con uno mismo también es parte de vestir bien.

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